Hola buenos días,  que tal como lleváis el viernes 5 de Agosto tan caluroso.

Hoy os voy hablar un poco sobre la culpa…

La culpa , la hemos experimentado todos a lo largo de nuestras vidas, siendo una emoción que consideramos negativa, pues en definitiva nos hace sentirnos mal.

¿Cómo surge la culpa?

 cuando haces algo que sabes que no está bien. Una voz interior te lo remarca. Te sientes mal y ese estado emocional al que te precipitas va a depender de lo que hayamos aprendido, es decir, de la educación que hayamos tenido. Los sentimientos que acompañen a la culpa, como la vergüenza, también van a depender de lo que hayamos aprendido.

¿Cómo se contribuye al sentimiento de culpa?

Es tan fácil contribuir al sentimiento de culpa en un niño como hacerle creer que es el causante del malestar emocional del adulto. Así los padres que atribuyen a los hijos la causa de sus estados de ánimo, les hacen sentir culpables de su enfado o tristeza.

Aprender a gestionar la culpa

La culpa nos hace angustiarnos, torturarnos y despreciarnos. El problema no radica en sentirla, sino en cómo manejar la culpa. Para mejorar su gestión te proponemos estos sencillos pasos:

 Examina si eres responsable de lo que ha pasado

La clave de la intervención en la culpa patológica consiste en delimitar tu parte de responsabilidad con la ajena. Para liberarnos de ella es necesario saber cómo afrontamos la responsabilidad. Bajo los efectos de los sentimientos de culpa asumimos responsabilidades que no nos corresponden.

 Reconoce la culpa

Si crees que tienes la cupa de algo no te la calles, reconócela y así estarás mas tranquilo/as

Si reprimimos y ocultamos la culpa, nos encerraremos en la soledad y el silencio, y en la duda. Las palabras permiten romper ese aislamiento. Contarle a alguien lo que nos hace sentir culpables y cómo nos sentimos ayudará a aliviar el sentimiento.

Reconoce tus propias limitaciones

Disminuir nuestro nivel de exigencias y exceso de responsabilidades de asuntos o sufrimientos ajenos, ayuda a no sentirnos culpables por todo. Renunciar al control, aceptar la existencia de situaciones que se nos escapan, y saber que no podemos llegar a todo, es muy importante.

Vamos hacer el siguiente ejercicio:

  1. Escribe las decisiones o situaciones de las que te arrepientes. Puedes guiar al consultante a elegir dos o tres temas que más dificultades le traen y con los que más rumia.
  2. Tómate unos minutos para analizar las razones por las cuales te arrepientes. ¿Qué hiciste para sentirte arrepentido/a? ¿Cuáles fueron las consecuencias negativas que provocó tu conducta? En este segundo paso debes ayudar al consultante a ser lo más preciso posible. Esta pregunta es bastante poderosa porque facilita el contacto con esas emociones y pensamientos y recuerdos dolorosos que las personas intentan evitar.
  3. Desde una perspectiva compasiva y amable, escribe las razones por las que tomaste esa decisión en ese momento, o las circunstancias en las que te encontrabas. Trata de practicar la compasivo contigo.

Aquí también os dejo unas preguntas

  • ¿Cómo afrontas esa culpa que sientes en tu día a día?
  • ¿En que beneficia tenerla contigo?
  • En que tu convierte esa culpa?
  • ¿Crees que tienes la culpa de todo lo que pasa a tu alrededor?
  • Del 0 al 10, ¿Cómo pesa esa culpa?

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