En el coaching emocional  también tiene como finalidad descubrirse y pasárselo bien pudiéndose identificar con las siguientes frases que en cada capítulo de los hombres de paco decían como una reflexión 

 

El acabose de los tiempos

Todas las cosas tienen un final; aunque duela; aunque no estemos preparados. Sabemos que todo, antes o después, se acaba; pero si miro hacia atrás solo puedo decir que mi vida ha merecido la pena.

El abandono

Hay quién dice que ser policía no es una profesión, sino un modo de vida. Lo que nadie dice es que es el modo de vida mas destructivo que hay, porque cada mañana cuando uno se levanta tiene que llamar a la puerta de horror para trabajar… la puerta del estupor, del secuestro, del robo… de la muerte… Sin darnos cuenta, el horror y el crimen se instalan en nuestra vida impregnándola, haciendos ver como algo normal las armas, los disparos, la sangre, la violencia, el sufrimiento, el peligro… y por supuesto, la muerte. En todo ese horror ya cabe cualquier cosa: desde criminales en serie hasta el propio hijo del diablo. Cuando uno se da cuenta de que su mundo es un infierno, cuando ya no queda ni energía, ni esperanza, ni mas espacio para el dolor, entonces solo queda una cosa por hacer: abandonar.
El pánico 
El pánico es como una caja de cerillas: todos tus miedos están ahí dentro; cada uno, con una cabeza de fósforo roja, y si de repete uno de ellos se prende, todos los demás arden inevitablemente. Así que solo hay una forma de que la hoguera del pánico no te lleve por delante y es separar las cerillas, desgranar los miedos y apagarlos, uno a uno, porque los miedos se alimentan de lo desconocido, de la falta de verdad; y para descubrir la verdad, uno solo necesita clarividencia. Así empecé a buscarla, tirando de cabos sueltos, como una carta de tarot.

Conexiones

En 1876, Alexander Graham Bell inventa el teléfono y con él, la posibilidad de poner en contacto largas distancias. Desde ese momento, los esfuerzos del hombre se han centrado en hacer que esa conexión sea cada vez mas inmediata. París, Londres, Hong Kong… se estrechan en milésimas de segundo gracias a la fibra óptica, internet, las videoconferencias… nos permiten estar simultáneamente conectados en cualquier lugar del mundo, con cables invisibles, de la misma manera que las estrellas están conectadas por líneas imaginarias que forman constelaciones… pero por encima de todas ellas, sobrevolando el tiempo y el espacio, están los cordones umbilicales, que nos unen a las personas que amamos; como cordones de plata transparentes que pertenecen solamente al reino de lo extrasensorial; que hacen que algo se revuelva en nosotros cuando sufren, o cuando se alegran, como un pálpito o un escalofrío en la piel, y que nos llevan ha hacer cosas maravillosas o terribles, simplemente porque estamos conectados.

Culpa.

Posiblemente, el peso más grande que tenemos que soportar en la vida sea el de la culpa. Por eso intentamos siempre echarla a los demás; como una patata caliente que casi nadie es capaz de soportar… un bosque oscuro, sin salida, donde lo único que puedes hacer es andar en círculos… y cuando irremediablemente la culpa se queda en ti, levita tu alma; los círculos son infinitos, es imposible salir de ese bosque… la única cosa que puede liberarte, es creer en Dios, o en última instancia, la muerte.

La pelea de los lobos.

Un viejo chamán de una tribu indígena estaba charlando con los niños del poblado:
– Una gran pelea está ocurriendo dentro de mi – les dijo – es entre dos lobos. Uno de los lobos es el miedo, la rabia, el odio. El otro lobo es el amor, la alegría, la esperanza.
El chamán miro a los niños uno a uno y les dijo:
– Esta misma pelea está ocurriendo dentro de vosotros.
Los niños pensaron durante unos instantes y uno de ellos le preguntó al anciano:
– ¿ Y cuál de los lobos cree que ganará? ¿El odio o el amor?
El viejo chamán contesto:
– Simplemente… aquél que alimentes.

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